Días atrás se realizó
un encuentro en Caracas para debatir las relaciones entre movimientos y
estados, y cómo la autonomía y el poder popular pueden construir
alternativas a un desarrollo anclado en el modelo extractivo.
Participaron militantes de 30 organizaciones y movimientos, desde las
cooperativas agrupadas en Cecosesola y la Red Nacional de Sistemas de
Trueke hasta indígenas amazónicos y yupka, colectivos juveniles,
culturales y artísticos, afrodescendientes, feministas y diversas
expresiones urbanas y rurales. También hubo debates y encuentros con el
Movimiento de Pobladoras y Pobladores.
Es importante constatar la fuerza y determinación de estos
movimientos, la profundidad y certeza de su análisis, el carácter
autónomo de sus reflexiones, la certidumbre de que enfrentan un periodo
decisivo en la vida política. Si hubiera que sintetizar, algo más que
difícil cuando las palabras circulan y dan vueltas y más vueltas, tres
serían los temas centrales que debaten: salir del extractivismo,
profundizar la autonomía y construir un modelo productivo de nuevo tipo.
El extractivismo apareció de dos modos. Uno esperable y ya habitual,
vinculado a los daños sociales y ambientales que provocan las
explotaciones mineras y petroleras, que amenazan la vida de las
comunidades indígenas y campesinas. El asesinato del cacique yupka
Sabino Romero por mafias de ganaderos el 3 de marzo en la Sierra de
Perijá, estado de Zulia, es parte de la ofensiva de los terratenientes
contra quienes luchan por la demarcación de sus territorios ancestrales
en una zona donde avanza la minería.
Muchos grupos no indígenas y aún urbanos pelean contra las
consecuencias del modelo extractivo. A las consecuencias que ha generado
durante más de medio siglo un modelo asentado en la extracción y
exportación de petróleo, se suma ahora la creciente presencia de mineras
y la construcción de grandes obras de infraestructura.
La crítica a la
cultura rentista
, que convierte a los
movimientos en dependientes del Estado y tiene una larga tradición en
Venezuela, fue algo inesperado. Uno de los grandes cambios en ese país
ha sido la democratización de la renta petrolera, antes reservada a unos
pocos y ahora derramada hacia los sectores populares. Sin embargo, esa
democratización no hizo sino reforzar la cultura rentista e instaló el
modelo productivo como algo inamovible. En el seno de los movimientos,
esa cultura atenta contra la productividad, como señalan los colectivos
que integran el Parque Cultural Tiuna el Fuerte.
Lo interesante de esta mirada es que coloca el problema abajo, no
arriba. El extractivismo es un dato de la realidad, al igual que la
hegemonía de la cultura rentista. Pero lo que denominan como ausencia de
productividad
es parte de un desafío cultural que se puede
encarar y ganar. De eso hablaron los movimientos y en esa tarea están
centrando sus esfuerzos.
Los productores agrupados en Cecosesola (Cooperativa Central de
Servicios Sociales del Estado Lara) abastecen de alimentos a una cuarta
parte de la población de Barquisimeto, capital del estado de Lara con
sus tres mercados semanales que venden 450 toneladas de alimentos. En
sus seis centros de salud atienden 190 mil personas al año. Todo lo que
hacen es autogestionado.